7/2/11

El humo

Dejemos a un lado las mentiras. Dejemos de lado por un rato a la persona que algunos admiran y muchos odian. Centrémonos en lo que queda cuando me callo y me acuesto a dormir.
Mi abuela tiene fama de ir de frente, de decir todo lo que cruza su cabeza. La gente la toma como alguien valiente, entera y sin vergüenza. Lo es. Y yo he salido a ella. Con mi fama de payasa y cuentacuentos y a la vez de persona "indestructible". Como la que no se calla y te ofrece lo que tiene. El lado tierno y el lado fuerte. Una tipa que se pasea con la cabeza bien alta pero en la que confiar. Una pluma que resiste los efectos de las bombas.
La cuestión es que yo siempre he tenido algo claro respecto a mi abuela: por muy sincera que sea y por mucho que parezca que dice cuando abre la boca... calla más de lo que dice.
Hay valientes que se pierden después de dar el portazo y se esconden a llorar.
Hay personas que después de ofrecerte lo que tienen descubren que lo que han dado hacía milenios que no era suyo.
Es imposible que no duela un roto. Es imposible hacer daño a alguien que ha sido importante en tu vida y quedarse tranquilo. Es imposible que la gente sea tan gilipollas como para creerlo. Se trata, supongo, de un pacto más de confianza con un lector inmaduro y deseoso de historias.
¿Qué es la ficción sino mentiras? ¿Y qué soy yo sino ficción?
Tuve que ir diciendo por ahí que me eras indiferente, que ya no sentía nada por ti. Tuve que decirte a ti que ya no te quería.
Me duele lo que te dije y me hierve en los riñones todo lo que me callé.
Y si no tuviese ahora tan presente que jamás funcionaría, ya me habría destrozado la parte de vida que me arrancaste. Si no me hubiese agarrado hasta a las sillas, todavía seguiría cayendo.
Sé que es dañino perder a alguien. Sé que es dañino dejar ir a alguien. Lo sé porque lo he vivido para escribir cuatro tesis doctorales. He perdido tanta gente que con ellas se me fue gran parte de mi sentido de la sensibilidad. Fui un robot sin sentimientos cuando tus brazos se abrían diciéndome ese "te quiero" que ya no venía a cuento. Soñé con él media vida. Media vida. Media puta vida por mucho que ahora tenga que ignorarlo e ignorarte y tragarme mis palabras y fingir que no me importas. Por mucho que mis amigos me rajen por la mitad si leen esto, como siempre.
Y con tantos que se fueron, sigo soñando con ellos, sigo derramando llanto mezclado en puro rencor. El rencor hizo de mí lo que ahora soy, le debo tinta y sustento. Sin el rencor no soy nadie. Y pensar que todavía lloro por ellos, a mi edad, que les lloro de noche y me quedo dormida pensando en ellos, a estas alturas del cuento, a estas alturas de todo y todavía echo de menos. Siendo un robot todavía les echo de menos.
A todos.
Recuerdo aquella noche en que me acosté en mi cama, en la de aquí de Sevilla, hace ahora unos tres años (tres años...). Apagué la luz tumbada y le susurré al vacío "por favor, éste no." Repetí "por favor, por favor, por favor, por favor, POR FAVOR, no me lo quites, a él no, a quien quieras pero a él no."
Me he equivocado mucho, he dejado la locura aplacarme los nervios y te he hecho daño intentando liberarme del mío. Por mantenerme de pie te empujé a ti hacia la nada. Para lograr superarte me forcé a escribir a tientas. Te demostré la mentira de que te había olvidado. Y ahora tengo que cargar con el dolor de ver cómo tú lo haces, como me demuestras algo que no sé ni si es verdad o si también es fingido.
Y quizá, algún día en el futuro, cuando empiece de verdad a perder la cabeza y a llamar por las esquinas a todos los que se han ido, sueñe contigo y con ellos, a la vez y entremezclados. Quizá confunda los nombres. Quizá un día no soporte que no estéis y empiece a veros por los espejos, y a llamaros en personas diferentes que me miran como si estuviese loca. Quizá incluso tras morir vaya a esa otra dimensión que no sabemos si existe y al verte allí deje dicho que ya no quiero que estés, y me vea obligada a decirte de nuevo que ya es demasiado tarde. Y quizá entonces sí sea verdad.
Pero esta mañana te echaba de menos.

1 afectados:

Kalle Eremit dijo...

Creo que las únicas palabras que puedo escribirte y que estén a la altura sean éstas: un abrazo fuerte, Mss. Yellow

Publicar un comentario