13/10/12

Nuevo blog

Me he trasladado a un nuevo blog, donde podéis seguir leyéndome si os apetece :)
Muchas gracias por todo.

El link nuevo es este: http://suelodeoz.blogspot.com.es/

Saludos ;)

~ Amarillo ~

8/10/12

El sentimiento

Tú y yo
Aún estando separados
Contamos con la fuerza suficiente para vaciar al resto.
Descánsame esos ojitos y no te muerdas las manos
Abrígate bien el pecho.
¿Quién soy yo? Ahora lo sé
Tú eres el "alguien" más grande de todos
Tu espada en mi corazón
Tus flores reventándome el balcón
Y yo incapaz de pegar un grito agudo y vaciarme
De comerme cada día cada calle en vez de andar
De levantar bien arriba el sentimiento y llegarte
De pincharme las caderas y explotar.
Es gigante este relleno
Y la imagen que te guarda la esquina del monedero
Sola y pequeña aguantando la furia del aguacero
Sola y pequeña queriendo.
Como solo una en el mundo puede quererte 
Te quiero.

7/10/12

The gap

Me lo dicen los zodiacos de la aurora
las pesadillas
la espalda
el hueco de la terraza
el descenso de la ola.
El mismo vacío de pie que me devora tumbada
el mismo frío en el papel que en la cama.
Es el mismo agujero absorviéndome
las noches
el que me abre los párpados por
las mañanas.
Qué extraño suspira el día
qué masacre
que decepcionante intento para suplir
con poesía.
Qué incómodo comprender
tener piedad, atender
a los niños y a la gente.
Qué incómodo sólo ser.
Qué rabia cargar el peso de mi estómago encogido
que incómodo recibir
justo aquello que pedí
qué tropiezo más dañino
qué inhumana la sentencia que me obliga a no tenerte.
Qué pena más larga
qué vida más corta
qué incómodo sólo estar
qué paliza más caliente.
Qué difícil se me hace
algunas veces
caminar
bajar el rostro
aceptar
Qué complicado se me hace tragarme el humo
aguantar, agacharme y despegar.
Qué impotencia levantar todo el peso
de mi estómago encogido
qué lástima tantos días
tantas horas
qué lástima mi ciudad
qué triste Sevilla ahora.
Qué pena un minuto más sin despertarme contigo.

6/10/12

La verdad

Con la melena mojada pienso con más claridad, abro los labios y entra la luz, escribo sobre el espejo y espero a que caiga todo el peso de la humedad, me mojo mientras no estás, porque hay cosas que la vista nunca toca. Me gustas porque eres, no porque sea o no yo. No porque sepas o ignores, no porque intentes, pierdas o añores. Me gusta el sol por su esencia, no por su fama en el mundo. Adoro el fuego por su calor, no por el humo.
Mi vocación es buscarte cuando dejas el camino, si es necesario rajar y pararme yo contigo. No tirar del ajedrez, sino entrar, votar, lamer. No te quiero porque piense que un día vayas a volver, sino porque es lo que el cuerpo me dibuja, lo que las manos me piden, lo que esta vida me clava en la carne, lo que me pide la sangre, lo que me suda la piel.
Cae la ropa, cae la tinta, y soy sólo una persona. Caen la letra, las palabras, y soy sólo una chiquilla tumbada en el suelo frío, con un clavel en la boca por no dejar de morder aunque me empuje el colmillo, por no dejar de moverme aunque no tope contigo.
Caen las bragas y soy sólo una niña con la espalda a la pared, con una lupa en posición para poder seguir viendo lo que se ha quedado lejos. Un ladrón sobre la cruz que pide perdón al viento.
Mi milagro es no rendirme porque vine al mundo así, no machacar al pedazo de vida con arañazos que ahora depende de mí. Mi sueño es sobrevivir.
Con la cadera mojada siento con más claridad, conozco mi laberinto, sé bien lo que he derramado, reconozco cada cosa que hice mal. Mi respuesta es despeinarme, esperar a que la ola se levante, atar el nudo y tirar, no devolver el cumplido, no fingir, no reaccionar, no desenredar el ruido, no quedarme sin pujar en la línea del pasillo, no creer, no presionar. Espero sin un registro, sin una orden de espera, sin exigir ni juzgar. Mi motivo es puramente culpa de la perspectiva, culpa del alma y su inicio, su ritmo, su precipicio, su motor y su rival. Y una vocecita amarga que me teclea muy bajito "hazlo bonito, hazlo bien."
Caen la ropa, las mentiras, se pierden frente al espejo. Caen la letra, las palabras, todo menos lo que me sostiene en pie y viva por dentro. Dudo del día, la mañana, dudo de dioses y de esqueletos, de la evolución de Dawkins y el Pinocho de Gepetto. No me fío de las  razones de la gente, de lo que los que gobiernen crean que es más conveniente, del aparato de dientes, de la lengua que no ama, de la pantalla del bus, de los filos de la cama.
Soy un camaleón pesado para tantas, tantas cosas, un mechón en el lavabo, un huracán en tu puerta, un viajero despistado. En tantas cosas como existan, menos en una, menos en esta. No me enamoré del cielo porque cambie de color, sino porque permanece siempre alerta más allá del escalón.
Nunca más otra mirada tras la tuya, rezo por la oscuridad. No me apetece el mañana si tus mañanas no están. Me juego toda la vida que haya dispuesto el destino, que me quieran regalar. Y una vocecita herida que me sale desde el alma y se acomoda en el hueco que comprende mi garganta, tecleando muy bajito "hazlo bien, hazlo bonito, hazlo lento y de verdad."
Si yo lo único que entiendo es cuánto te necesito, si yo lo único que siento es que me deshace el tiempo y no te puedo abrazar, y mis brazos no te alcanzan, y mi lucha no te abarca, "hazlo bonito, con alma", y sólo queda esperar.

3/10/12

Yugular


Que la ceniza es marrón y vuela cuando la soplas, que las palomas transmiten cien virus y enfermedades, que el rotulador se coge con el puñito cerrado, que no se golpea fuerte la pantalla porque te cargas el móvil. Que no decir la verdad te convierte en embustero, que no decir siempre otorga y callar también informa. Yugular. La ida y venida, el latido que limpia el cuerpo por dentro, con su resina y sus cuerdas de acero y tiempo. Vómito que me asfixia esponjándome el cerebro. Que “me duele” es decir nada, que mis lágrimas cayesen sobre tus labios, que te las bebieses. Que mi escritura se fuese tatuando sobre tu espalda, que sintieses el camino de la aguja, que penetrase y saliese de forma repetitiva.
Me acostumbré a tu mar de honestidad y de calma, me agarré con las diez uñas a tu esperanza impoluta, a tus promesas de cuento, a tu paciencia y a tu alma. Me creí todas las palabras porque ellas llegan sin más, empujan la barca y caen sobre el mar suaves. Me siento a mirar cómo anochece. Parece que las palabras nunca vayan a hacer daño.
Me acostumbré a ser tan tuya que al más mínimo error que me arrastró a brazos ajenos, no pude evitar sentir sólo tus manos tecleando su única historia en mi cuerpo. Y en cada equivocación, me equivoqué en no dejar de buscarte cada vez.
Me acostumbré a tu voz limpia y a tu pequeño grito sordo, a tu juicio y compañía. A la tuya, que me desvistió los sueños por el pecho, que me aconsejó y calmó cuando empezaba a bajar sin compasión sobre mis ojos la espada fría del techo.
Me acostumbré a tu suspiro sobre mi cuello, tu ansia. Me acostumbré a tu futuro, que poco a poco deshizo lo poco que había del mío. Tu concepto y tu revés, tu intención y tu poesía. Tu maravilla a través del espejo de la mía.
Me acostumbré a darte vida y fui perdiendo del hilo días y noches.
Me acostumbré a ser más que una visita fugaz, que una amiga a la que siempre estás muriendo por abrazar, que una melena de tonos rojos que estaba loca de ganas por dormirse en tu sofá.
Me acostumbré a saberme tuya, a la verdad de tus ojos. Me despedí aquella noche hace tres años y te largaste, le di una patada fuerte a la escalera, me dolió el pie. Tú le diste una patada a tu paraguas y te marchaste. Y esa noche me dormí con una extraña sonrisa rajando de lado a lado mi cara.
Me acostumbré a tener ganas de hacerlo todo y hacerlo bien, de ser mejor, de cambiar más. De querer ser y que tú fueras. Me acostumbré a contestar “pero él sí que estará ahí, porque me lo ha prometido.” Me acostumbré a llevarles la contraria, y ahora ellos me ven bajar la cabeza por la calle.
Y he sido un piano, una guitarra, una faja, un cohete. He sido buena como un ángel, puñetera como un niño en el colegio, aburrida como un perro, divertida como los payasos ciegos, tragicómica y danzante, melosa, borde, punzante, pasional, verde, elegante. Lamiosa como el jamón. He cambiado de tinte, de corriente, de careta, de guión. He subyugado y obedecido, me he vuelto loca de pena y también cuerda de amor.
Y no quise levantarme, y no soporté acostarme, y arañé hasta sacar brillo, y escribí hasta desgastar, y he soñado con las cosas que ahora escupo sin piedad, y he esperado con deseo y sin deseo, y abro mis piernas de noche con asco a mis propios dedos.
Que la inercia es un ronquido tenue en mitad de la luna que me susurra excitado “vas quemándote muy lenta, este ritmo se te gasta, poco a poco se te hace la vida un poco más muerta.”
Y sobre el fuego y el hielo, bajo sábanas y al suelo, con sabor amargo y dulce, con melenazos y gritos, “sube leona, y ataca”, y no escribo ni asimilo si no es atacando. He tenido todo el pelo desdibujado en la cara y la cabeza bien alta, y siendo la única canción mi tacón en los pasillos.
Tanta tarde y tan poca, tanta rabia y tanta ropa.
Eso no va ahí, ¿nos vamos? ¿Cuántas veces no lo he dicho? Falsa, joker de malas entrañas, mala fama a muy pesar del que me quiera admirar. Pocos son, y mi amén a los que no. Ni una postal, ni una fecha, ni un beso, ni una maleta. Vivir como sea, me dije, pero durmiendo contigo.
Esos días que me quisiera levantar sorteando cariño al aire, abriendo brazos, cociendo espigas, medio despierta, mitad dormida. Esos días que despertase insoportable, impenetrable, incomprensible, impermeable. Inconcebible, inseparables. Que fueses tú quien dijera “no hay quien te entienda, joder”. Vivir bien, lo que eso sea, vivir mal, lo que eso sea. Vivir como otros quisieran, vivir como nos viniera, vivir como no quedase otra.
Vivir con sueño o valientes, a veces grandes, a veces no, a veces entorpecidos, a veces mal avenidos, a veces rabiosos y peleones, a veces frioleros y a veces besucones, a veces en lo alto y a veces parpadeantes, a veces espabilados y otras un poco más torpes. Abandonar los consejos, los diseños de la gente, el ritmo de la ciudad. Quedarse quietos delante, no dar ningún paso atrás. Tu ojo en mi ojo y el mío en el tuyo. Muertos de risa, vivos de miedo, cocidos y arrepentidos, habiendo visto por fin que lo único que tira es el bronquio de la izquierda, el hueco del estornudo, las almohadas desiertas, mi cuerpo de mujer rota caminando sin el tuyo, el latido interrumpido.
Vivir del modo que fuese, pero vivirme contigo. 

20/9/12

Pequeña

En cuanto guarde la carpeta en el cajón, en cuanto se ponga el sol. Me cansa la disposición de las estanterías. No tengo ganas. No quiero un solo trofeo antes de doblar la esquina, un libro abierto en la mesilla.
Menos goles, menos alma. En cuanto acabe esta historia de valientes y cobardes, decididos, imprimidos, salidos e impermeables. En cuanto arregle mi cuarto. Meneando la cabeza cuando me lavo los dientes, cogiéndome bien la cola, soltando las zapatillas y durmiendo en posición de bebé por si me empieza a importar que falte el aire. Después por la mañana me dará frío, ya verás.
Cruel por fuera, fría por dentro. La cabeza echando humo y las manos deseando exprimirle sangre a alguien, apretarle el moratón. Y me he vestido ya, y ya que estoy vestida, salgo a la calle. Ya que me he creído humana, voy a hablar, voy a hacerlo. Pequeña, como un gnomo recostado bajo una seta pequeña. Como un mosquito dando vueltas sobre sí mismo al lado de la bombilla caliente.
Aquí debe dictarnos la cabeza aunque maúlle el corazón.
Aquí el resto es quien me dicta, yo sólo copio para luego pasarlo al ordenador.
Yo sólo soy una más
perdida en la inmensidad
ellos son los que acerditan, los que pagan, los que saben discutir.
Yo quien debe estar callada y escuchar.
La inestable, analfabeta emocional
siempre fui yo.
Muchas palabras enlazadas por nexos y conectores, como pequeños columpios, en español. Se arañan unas a otras a pesar de que nacieron separadas, con tal de así ser capaces de decir algo. De transmitir. Millones, trillones de vocablos que no pueden decir nada.
Son las 15:16 de la tarde, y yo miro ensimismada las vías del tren de San Bernardo. No siempre sube hasta arriba, no siempre tira. No todos los días sabe una decir lo que quiere decir, ni siquiera en su idioma. La vocación arrastra y despedaza, y yo caigo como un perro cuyo dueño es cruel. Pequeña, con el anzuelo clavado en la labio inferior y tinta de boli verde mezclada con la saliva. Verde porque es el boli que utilizo para corregir las fichas de los niños.
Son las 15:29. Ya se aproxima el tren a la parada de Bellavista. A mi izquierda, un señor que se subió en la Virgen del Rocío saca un libro gigantesco del maletín. De esos que yo pensaba que nadie querría pagar desde que existen ediciones de bolsillo. Es "Un mundo sin fin" de Ken Follet, y ya lo tiene casi acabado, a juzgar por su separador. Sonrío. Me alegra ver a personas con libros. Me provoca cierta paz indescriptible saber que hay gente que lee. Pequeña, como la letra impresa, como la mariposa blanca y negra que trae grabada el separador. Algún día, pienso de golpe, tú le echarás el valor y escribirás un buen libro. Tan crítico como tú, con toda la ironía y la maldad que caracteriza el mundo. Y te lo publicarán, y tú llegarás a casa orgulloso, y yo podré esperarte sentada sobre la cama, sonriendo con picardía. Y te besaré en la sien, y diré "¿no te lo dije?", y te besaré en los labios. Sí, me gusta que la gente compre libros. Me gusta comprar libros. En mi casa nunca va a faltar un libro, nunca se echarán en falta el día de Nochebuena.
Llego ahora a Dos Hermanas. Nochebuena. No volveré a vivir eso, no llegaré a vivir eso. La Navidad se inventó para pasarla en familia. Yo ya no tengo familia. Te llevaste junto a ti la Nochebuena cuando te fuiste, y ahora... ahora la Nochebuena no existe. Cruzo la calle, está en rojo pero no se ve ni un alma. No pasan coches ahora. El viento deshace y agota por la calor. Tú eras mi familia. No dejarás de serlo nunca más. Podré cerrar la puerta desde dentro. No llegaré a vivir eso. Una casa con dos copias de las llaves. Y habrá libros, por supuesto. A la altura de las obras de enfrente de la academia. Miro a ver si llevo todas las fotocopias para los niños. Tú te llevaste contigo la tinta cuando te fuiste, y ahora... ahora las letras no existen. Tú te llevaste contigo el frío cuando te fuiste, y ahora... ahora el invierno no existe. Tú te llevaste contigo la muerte cuando te fuiste, y ahora... ahora la vida no existe.
¿Sabes lo que me decían de pequeña? "Quien se queda, tiene que saber estar. Y el que se ha ido, se fue." Tan pequeña como un filo de colilla, un cactus de pacotilla. Como un tulipán torcido de papel.

17/9/12

La palabra

"Ay, cómo te echo de menos...
¿Cómo es posible que exista aire tras esta ventana?
No queda espacio ni sueño
no quedan noches
Ni ganas
no abandono, no me integro.
Si yo quiero decir algo y me falta la palabra
si yo quiero estar viviendo
si yo quiero estar creando
manirrota
si me pasaría las horas escribiendo.
Ay, cómo te echo de menos
a ti, ya no a tu recuerdo.
¿Cómo saltan de la cama los niños
cada mañana? Yo debo andar como ellos.
¿Cómo es posible que queden
paisajes tras la persiana? Pensé
que sólo había suelo.
Si yo quiero decir algo y me sobran las palabras
si yo quiero estar fingiendo.
Ay, Dios...
Cómo te echo de menos."