30/5/11

En Medio

Con el dolor de barriga asentado ya de forma continua en el estómago y un apestoso olor a amoniaco en los dedos, salgo al balcón a que el viento me despeje la cabeza y me quite este mareo. Y, en medio del desierto de mis brazos delgaditos, de la mirada del vacío a un cielo lleno de nubes deseando llover, de un futuro tan incierto y un pasado tan cansino, sonrío casi sin ganas.
Pero sonrío.
Tengo el corazón cansado de perseguir sinsentidos. Los ojos rojos de no dormir. La espalda hecha un colchón de telarañas de nervios.
Y, en medio de este huracán que sin querer sigo siendo, de otro cajón de poemas que no soporto leer, del blog donde me desquito y la ausencia que acarrea, de la merienda y la cena, me cojo con los dientes la gomilla de la mano y me hago una coleta para salir al balcón. Y el viento frío me sopla en la cara. Y me abre una sonrisa que es planeada, triste y sencilla, barata y falsa.
Pero sonrío.

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