6/10/12

La verdad

Con la melena mojada pienso con más claridad, abro los labios y entra la luz, escribo sobre el espejo y espero a que caiga todo el peso de la humedad, me mojo mientras no estás, porque hay cosas que la vista nunca toca. Me gustas porque eres, no porque sea o no yo. No porque sepas o ignores, no porque intentes, pierdas o añores. Me gusta el sol por su esencia, no por su fama en el mundo. Adoro el fuego por su calor, no por el humo.
Mi vocación es buscarte cuando dejas el camino, si es necesario rajar y pararme yo contigo. No tirar del ajedrez, sino entrar, votar, lamer. No te quiero porque piense que un día vayas a volver, sino porque es lo que el cuerpo me dibuja, lo que las manos me piden, lo que esta vida me clava en la carne, lo que me pide la sangre, lo que me suda la piel.
Cae la ropa, cae la tinta, y soy sólo una persona. Caen la letra, las palabras, y soy sólo una chiquilla tumbada en el suelo frío, con un clavel en la boca por no dejar de morder aunque me empuje el colmillo, por no dejar de moverme aunque no tope contigo.
Caen las bragas y soy sólo una niña con la espalda a la pared, con una lupa en posición para poder seguir viendo lo que se ha quedado lejos. Un ladrón sobre la cruz que pide perdón al viento.
Mi milagro es no rendirme porque vine al mundo así, no machacar al pedazo de vida con arañazos que ahora depende de mí. Mi sueño es sobrevivir.
Con la cadera mojada siento con más claridad, conozco mi laberinto, sé bien lo que he derramado, reconozco cada cosa que hice mal. Mi respuesta es despeinarme, esperar a que la ola se levante, atar el nudo y tirar, no devolver el cumplido, no fingir, no reaccionar, no desenredar el ruido, no quedarme sin pujar en la línea del pasillo, no creer, no presionar. Espero sin un registro, sin una orden de espera, sin exigir ni juzgar. Mi motivo es puramente culpa de la perspectiva, culpa del alma y su inicio, su ritmo, su precipicio, su motor y su rival. Y una vocecita amarga que me teclea muy bajito "hazlo bonito, hazlo bien."
Caen la ropa, las mentiras, se pierden frente al espejo. Caen la letra, las palabras, todo menos lo que me sostiene en pie y viva por dentro. Dudo del día, la mañana, dudo de dioses y de esqueletos, de la evolución de Dawkins y el Pinocho de Gepetto. No me fío de las  razones de la gente, de lo que los que gobiernen crean que es más conveniente, del aparato de dientes, de la lengua que no ama, de la pantalla del bus, de los filos de la cama.
Soy un camaleón pesado para tantas, tantas cosas, un mechón en el lavabo, un huracán en tu puerta, un viajero despistado. En tantas cosas como existan, menos en una, menos en esta. No me enamoré del cielo porque cambie de color, sino porque permanece siempre alerta más allá del escalón.
Nunca más otra mirada tras la tuya, rezo por la oscuridad. No me apetece el mañana si tus mañanas no están. Me juego toda la vida que haya dispuesto el destino, que me quieran regalar. Y una vocecita herida que me sale desde el alma y se acomoda en el hueco que comprende mi garganta, tecleando muy bajito "hazlo bien, hazlo bonito, hazlo lento y de verdad."
Si yo lo único que entiendo es cuánto te necesito, si yo lo único que siento es que me deshace el tiempo y no te puedo abrazar, y mis brazos no te alcanzan, y mi lucha no te abarca, "hazlo bonito, con alma", y sólo queda esperar.

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