2/5/10

Querida Marta:

¿De verdad crees que soy tan mala? Pues mira, para que veas que también tengo mis momentos, y aún sabiendo (te conozco mejor que tú misma) que va a costarte confiar en mí, por cada llanto que me has dado, voy a pagarte con algo. No quiero que pienses que te he maltratado por pura diversión, que me he llevado tanto a cambio de nada. Voy a darte todo lo que te quité, todo lo que te negué multiplicado por dos. Voy a hacerte sentir que hasta el más humillante de los dolores ha merecido la pena. Me pedías solamente una cosa, una y otra vez la misma cosa, y la vas a tener. Y algún día en el futuro me mirarás a los ojos sin todo este desprecio, y entenderás que sólo fui una madre severa y estricta que buscaba a toda costa que su hija aprendiera, y que, aunque mis métodos no siempre sean los más apropiados (cualquier padre se equivoca), mi única preocupación ha sido educarte. Yo cargo con tu rencor, pero pensándolo en frío, hay padres peores. Tú me has dado mucho, me has gritado y me has llorado. No siempre hemos tenido una relación tranquila. De todos modos, creo que, en el fondo, siempre te has dirigido a mí con cierto respeto, que te has esforzado por ser prudente y aceptar mis decisiones y mis juicios a pesar de lo que ello significase para ti. Has rabiado de impotencia por mi culpa, pero nunca has intentado golpearme ni desprestigiarme a propósito. Has sido una pobre buena persona, perdida en el lugar donde quise que estuvieras, y una luchadora innata por mucha agua que lloviese. Has sido una pequeña patética guerrera deseosa no de triunfos, sino de conocimiento y de felicidad. Yo veo todo eso. Y sí, lo sé, he quemado tus nervios hasta hacerlos burbujas, he pisoteado tu valentía, he ensuciado tus manos y he apagado muchas veces la ilusión de tus ojos. De acuerdo, he abusado de mi poder, pero, al fin y al cabo, soy tu madre, y hasta la más soberbia y pretenciosa de las madres necesita ver feliz a sus hijos. Yo estoy cansada de tu tristeza y de saberme su causante, estoy cansada de que me tildes de injusta y de que afirmes que me odias. Estoy harta de que llores. Tendré que vivir con ello, pero al menos voy a hacer que a partir de hoy tus días no se concentren en eso. He conformado una respuesta llamativa y creo que acertada, una correspondencia exponencial para ti. He concentrado tus sueños y los he dividido para actuar acorde con ellos, y ahora dejaré del todo la elección en tus manos. No hay más trampa esta vez. No voy, obviamente, a apartarme de tu lado ni a dejar de ser quien soy, y no te prometo nada, sólo afirmo mi presente situación. El poder siempre corrompe, y yo en ese sentido estoy podrida.
Aquí tienes, para ti, justo lo que me pedías. Aquí tienes tu respuesta.
Te la mereces, así que no dudes tanto (duda de mí si quieres y de mis intenciones, ya sabes - tú también me conoces - que no te puedes fiar de mí, al menos completamente y sin reservas, pero no dudes de mis regalos, son la única parte hermosa de mi conjunto, lo único que hace que yo de vez en cuando valga la pena).
Te mando un beso que espero que aceptes.
Sé que no vas a olvidar, aunque una parte de mí esperará hasta el final de los días que me perdones. Sé que no he hecho de ti algo malo. Quedamos en paz (al menos durante un tiempo).
Una última cosa voy a exigirte por ahora: pase lo que pase, escojas lo que escojas, haga lo que haga yo, SÉ FELIZ.
Fdo: La vida.

0 afectados:

Publicar un comentario