7/10/10

Este coraje hervido en la tristeza.

«Tanto dolor se agrupa en mi costado que, por doler, me duele hasta el aliento» (Miguel Hernández)

¿Cómo se explica el dolor que llevas dentro a otra persona? ¿Cómo explicas algo que nadie ve y que no tiene ejemplos externos que tocar ni que mostrar? Porque, ni siquiera contando con algunas (o muchas) situaciones parecidas a la tuya, puede hacerse entender. Luego cualquiera de esas personas podrán decirte "sé lo que sientes, yo pasé por algo parecido". Pero eso no basta ni prueba nada.
No se puede extraer, atrapar ni empaquetar el dolor.
No se le puede hacer una foto.
No se puede buscar un sinónimo de su olor, su sabor o su textura.
Mi dolor es mi dolor. Y me transforma, me limita, me expande, me inspira y me corroe. Mi pena me besa la frente de noche sin hacer el más mínimo ruido. Me canta canciones sin auriculares. Me masturba. Hace, en definitiva, de mí lo que soy.
Mi tristeza me ha criado y me mantiene de pie.
Y tu dolor, por mucho que busques dibujos y series donde filtrarlo y representarlo, por mucho que creas verlo en vidas ajenas que necesitas sentir de vez en cuando como propias por pura catarsis, es sólo tuyo, y NO hay otro igual en el mundo. Aunque todos lloremos por los ojos. Aunque todos podamos afirmar que conocemos la sensación de echar de menos a alguien. Aunque haya definiciones en el diccionario cuando busquemos "nostalgia", "rencor" o "decepción".
Hay una base, de acuerdo, un punto de partida. El resto, amigo mio, eres tú. Y ni pueden comprenderlo ni tú puedes explicarlo.
"Me quema por dentro."
"Estoy roto."
"Ya no soy el mismo de antes."
"Me ha destrozado la vida."
"Me produce escalofríos sólo pensarlo."
"Me hacen daño tus palabras."
"Has dejado en mí un hueco que soy incapaz de rellenar bla bla."
"No te quiero recordar, porque son tantas cosas juntos que bla bla bla."
"Me da miedo quererte porque he sufrido por ti y bla bla bla bla bla."
"Te he llorado océanos."
Todos repetimos las mismas hipérboles llenas de impotencia. Las repetimos hasta la saciedad. Siempre escuchamos las mismas palabras retorcidas y exageradas, llenas de un significado que queremos que tenga para el oyente, porque necesitamos pensar que éste creará un lazo entre nosotros y el otro y así le haremos llegar la magnitud de lo que estamos sintiendo. Son muestras de una rabia incontenible que llega un momento que no soportamos más. Pero no sirve de nada. Al final nos cansamos, nos damos la vuelta y nos vamos. Con nuestra mochila colgada en la espalda. Con el mismo dolor que trajimos.
Y nadie ha entendido nada.
"Si estuvieses dentro mía..."
Ojalá.
Ojalá se pudiese navegar por sangre ajena como un pez por el agua. Sentir sus pulsaciones. Eso haría de nosotros seres empáticos y valientes.
Pero todos somos unos egoístas y unos cobardes. ¿Y por qué? ¿Por maldad? No. ¿Por cansancio? ¿Por desesperación? ¿Qué cansancio? ¿A qué tipo de cansancio me refiero? ¿Qué es la desesperación? ¿Qué siente uno cuando no puede más?
Te han hecho un daño que nadie piensa por ti, que nadie va a cargar por ti, ni a transformarlo para ti, ni a sanarlo si no lo haces tú.
Por mucha poesía que escribas y mucho blog que te crees. Por muchos grupos de Facebook de los que te hagas fan. Por muchas historias que inventes y planees escribir. Por muchas canciones que escuches mientras te duchas o vas en el autobús. Por muchos programas televisivos en los que lo cuentes. Por muchas veces que finjas que no está. Por mucha máscara que te pongas.
Nadie nunca va a entenderlo.
Y habrá quien diga que esta profesión es fácil.

0 afectados:

Publicar un comentario