24/10/10

Saliva.

Tengo sed y no bebo. La aguanto como si fuesen a darme un premio por eso.
Será porque llevo días, semanas incluso, sin escribir.
He puesto varias lavadoras, he terminado dos trabajos para la facultad y he salido de marcha con amigos.
Y no escribo desde hace unos ochenta milenios.
Y ya me río sin saber si estoy triste o estoy contenta, si me da igual o me importa, si me he resfriado o no. Toso, trago saliva y ordeno la habitación, que al rato vuelve a estar desordenada otra vez. Pienso "tengo frío", pero no hago absolutamente nada por cambiarlo. No me levanto y voy a por un chaleco. No llamo a mi hermana para que me lo traiga.
Me muero de la sed, me duele hasta la garganta de la sequedad que arrastro. Sincera y literalmente.
Y no se me ocurre beber.

2 afectados:

Anónimo dijo...

La falta de agua es más peligrosa y más grave que la de alimento.
Se necesita beber bastante a menudo para poder vivir.

Kalle Eremit dijo...

Me identifico con lo que a mí me dice el texto... da igual si la regadera tiene agua o no, uno se seca y se seca, y no hace nada por cambiarlo, porque todo carece de interés... ¿Puede ser eso?

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